Martes, 07 de Mayo Villa Gesell

Opinión | Columnistas

Juan Oviedo

Traducciones

Si uno dice “traducción” inmediatamente se piense en el ámbito de lo idiomático, que significa tal o cual palabra, pero no solo hay, existe u opere solo ese sentido de traducción sino otro como puede ser el estado emocional de la abulia y traducirla como misticismo “demente”, por poner la “decisión” en otro nivel a otra entidad, y eso es por la “imposibilidad” de tomar una decisión y llevar a cabo un hecho o acción concreta en este plano terrestre, la traducción en el fondo supla tal carencia inicial.


 


Lo de la abulia es solo un “ejemplo” de las traducciones, ya que permiten llevar a cabo acciones presas de cuestiones emocionales en las que el sujeto -no es muy consciente-, otro ejemplo será el arrepentimiento “oculto” por votar a Milei, entonces, una decisión de gobierno contrario a las necesidades, intereses, motivos del colectivo, y su movilizar   rechazando las medidas tomadas, entonces, la traducción será que -este sujeto- vaya a la marcha, pero “ira” por los otros y ¡no por él!


 


Las marchas más convocantes son las más parasitadas porque todos se hacen eco de la cantidad del “acierto” que significa la cantidad, sin lugar a dudas que representantes de una clase media, políticos e instituciones del dolor, artistas, músicos etc. se dieron cita, en la marcha del 23, el escenario era más que propicio, ¿qué más políticamente correcto manifestar a favor de tal institución y en contra a su desfinanciamiento?, pero ¿hubo otro manifestar de la misma magnitud en contra de las medidas de recorte hechas en otros ámbitos en el colectivo?.......


 


¡Cómo no caer! en un triunfalismo conceptual y sostener -si lo afín- llama a lo afín, entonces, lo público que es -la calle- y lo popular en ella que es -la gente-, será la mutua identidad de este país, a la que -ni siquiera- el protocolo represivo se pudo aplicar por la cabal “fuerza” que significa esa identidad in situ, provocando el giro copernicano que la fuerza esta vez estaba al servicio de esa identidad movilizando, paralizando a los “afectos” a golpear, herir y su regocijo por lo que hacen, se paralizaron sus motos, sus gases, sus bastones, sus ¡disfrutes!


 


Entonces, ¿toda esa cantidad es consecuencia de una traducción?, no, ¡claro que no!, porque existen los profesionales de las movilizaciones y según intereses políticos, más dispuestos a aparecer o no, ellos son C.G.T. grupos sociales, partidos, y también los “damnificados” por la acción del gobierno, pero la pregunta es si hubo en todas las movilizaciones en el país, ¿hacheros, tabacaleros, originarios, cartoneros, piqueteros, marginados, extranjeros?, su propia definición genera la sospecha histórica de estar ante -colectivos dañados-, no por el presente gobierno sino por muchos otros y sigan invisibilizados, por no contar con el “apoyo” de los profesionales del movilizar, por el cual vivan sin futuro, por el exiguo presente que sus realidades implican.


Los medios “burgueses” opositores están ¡eufóricos! por la convocatoria, la movilización y a la que vivieron como una especie de fiesta, celebración, patriotismo etc., “sin educación no hay futuro”, rezaban algunos carteles, eso significa que tienen presente, pero a los hacheros, tabacaleros, originarios, marginados, el presente -no es temporal- sino de “día a día” y se rezuma en lo que puedan comer. Deshidratados, bajo inanición, olvidados, explotados, enfermos y utilizados, son “nuestros” desheredados de la tierra, para ellos -malditos-, no hay un movilizar ¿verdad?, o esa interioridad que no posee una cabal traducción. 

Juan Oviedo

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